viernes, 30 de julio de 2010

¿Por qué debería participar en política?

El peor de los analfabetos es el analfabeto político.

El no escucha, no habla, ni participa de los acontecimientos políticos.

El no sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pescado, de la harina, del alquiler, de los zapatos y de los remedios dependen de decisiones políticas.

El analfabeto político es tan bruto que se enorgullece inflando el pecho diciendo que odia la política.

No sabe el imbécil que de su ignorancia política nacen las prostitutas, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos, que es el político embustero, el corrupto lacayo de los explotadores del pueblo”.

Sabias las palabras de Bertolt Brecht ¿no?

¡Reflexionemos!

Tiempo atrás, hablando con un amigo, quedó en evidencia una situación que existe, pero que no se hace mucho por cambiar: La gente descree de la política. Descree de los políticos.

Hay un sentir en la sociedad de que los políticos son corruptos. No sirven a la sociedad, sino que se sirven de ella. La gente no cree en personas que cambian el discurso de acuerdo con las condiciones. ¡Es cierto! A veces, los políticos no dejan una buena imagen. El “como te digo una cosa, te digo la otra” debe ser erradicado de raíz.

Estamos atravesando una crisis de credibilidad producto de la práctica de una política degradada que promueve el clientelismo político. Clientelismo político en todas sus formas y presentaciones.

Hoy, las personas suponen que los políticos no se interesan por los reales problemas de la sociedad; y acuden a ella en tiempos electorales buscando un voto. La gente está cansada de ilusionarse con falsas promesas. Está cansada de depositar en ellos su futuro… su esperanza.

Esta situación es aún más evidente en la población juvenil. “Yo soy joven, la política no es lo mío… Eso es cosa de viejos… Son todos chantas”, dicen. Esto, agravado porque en muchos sectores partidarios no se ha brindado la posibilidad de que los jóvenes podamos opinar, manifestarnos y discutir temas importantes. No nos dan el espacio que merecemos.

¡Señores! Que esto no genere desmotivación y falta de interés en la política. ¡No seamos analfabetos políticos! Conozcamos el precio del pescado, de la harina, del alquiler... Conozcamos la realidad que nos rodea. Hagamos algo para que esta sociedad, este país, sea mejor… ¡Mucho mejor!

¡Veamos aquí una oportunidad!

Oportunidad para participar activamente en la política de nuestro país. Oportunidad para cambiar la visión que la sociedad tiene de la política y de los políticos. Hagamos cosas. ¡Participemos activamente de la política!

Benjamin Disraeli –un estadista ingles- dijo que “Los experimentos en política significan revoluciones”. Experimentemos entonces. Hagamos esa revolución que hace falta. De esa forma, podremos llevar adelante los cambios que queremos hacer. Que necesitamos que existan.

Amigos, realicemos promesas que se puedan cumplir y cumplámosla. Lo repito: ¡Cumplámosla! Procuremos aplicar nuestros ideales, nuestros principios, nuestra filosofía de vida. Vamos a comprometernos con lo que verdaderamente interesa. Realicemos esta actividad aplicando los valores democráticos y republicanos. Seamos coherentes. Recuperemos la confianza de la gente. Trabajemos por el país en su conjunto.

Recordemos lo que dijo el historiador inglés Arnold J. Toynbee: “El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan“.

En otras palabras, si la gente “de bien” no se interesa por la política, si los jóvenes trabajadores no tienen como ideal el servir a la sociedad, pues bien, no estaremos gobernados por los mejores compatriotas y, por ende, no tendremos los mejores resultados.

¿Qué mejor motivo que este para participar activamente en política?

La gente quiere –y merece- gobernantes con principios. Políticos con dignidad, éticos y moralmente responsables. Políticos profesionales en su trabajo. Políticos que amen a su país y su gente.

Gracias a Dios, existen sectores políticos que permiten y fomentan la participación activa de jóvenes (y de la gente en general). Sectores que inyectan aire fresco al país. Que tienen una “forma nueva” de hacer política. Que tienen valores y son coherentes con ellos. Que promueven la participación de jóvenes y adultos “de bien” en temas importantes. Que realizan política positiva, construyendo el país que queremos.

Sectores que nos permiten crecer y luchar por lo que creemos correcto. Nos consultan y son leales con su pueblo. No cambian el discurso por mantenerse vigente. Luchan por lo que están convencidos. Y tienen la grandeza de admitir sus errores cuando están equivocados; y de pedir una mano cuando la necesitan.

¡No todo está perdido!

Por eso, como país necesitamos que te “la juegues” y te comprometas. Hay muchas formas de participar. Se puede integrar una lista, militar activamente o simplemente votar. Esto último es un deber moral, derecho cívico que todos debemos ejercer con responsabilidad.

Como dijo Bertolt Brecht: “Hay hombres que luchan un día y son buenos, otros luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles”.

Les propongo, les invito, les pido que sean imprescindibles para Uruguay.

¡Luchemos por nuestro futuro!

(Nota publicada en el diario "El Telégrafo" de Paysandú - Uruguay.)

Hubo un genio uruguayo...

Sigo sin caer y sin entender lo que pasó. Es que lo que vivimos hoy parece extraído de una novela que, si la leo, parece de ciencia ficción y no me la creo. Dicen que se fue un genio. Pero yo no estoy tan seguro. Algo pasó. Eso está claro. Pero irse no. Alguna vez alguien dijo que el genio es un rayo cuyo trueno se prolonga durante siglos. Su vida fue una especie de rayo que generó un gran trueno. Y como cualquier trueno, se hizo oír en todos los rincones donde estuvo. Se hizo oír y dejó su huella. Todos deseamos no pasar inadvertidos por la vida. Todos deseamos inmortalizar nuestra persona logrando algo que nos recuerde en el imaginario, pensamiento y conocimiento colectivo. Él lo logró. ¡Y cómo!

Muchos lo tildaron de loco. ¡Oiga! No hay genio sin un gramo de locura, ¿no? Emprendedor. Innovador. Agresivo. Empresario. Audaz. Amante del riesgo. Todos calificativos de otro país, pero uruguayo. Sí, uruguayo. Demostró con el ejemplo que uno puede ser lo que quiere, si se lo propone y trabaja por ello, aún en este país. Es ejemplo de muchos. Envidia de otros.

Por eso hoy estamos de luto. Luto pero con la satisfacción de que vivió y murió en su ley. Luto pero con la alegría de haberlo conocido –personalmente y a través de sus ideas. Luto pero agradecidos por haber tenido la posibilidad de adquirir y asimilar varios de sus consejos y enseñanzas, a pesar de discrepar en varias cosas.

En su memoria y honor debemos seguir trabajando. Buscar la excelencia y el destaque por sobre todo. Para quienes creemos, no es un “adiós”, es un “hasta pronto”.

Lo que por estas líneas se expresa no es un sentir exclusivo de su familia, amigos o conocidos. Este es, sin dudas, el sentir de quienes de alguna u otra manera conocieron a uno de los personajes más influyentes, inteligentes y exitosos de nuestro país. Un personaje digno de admiración.