viernes, 24 de diciembre de 2010

Agradecido...

El año pasado, por estas fechas, escribí sobre el reencuentro. Eso porque estoy seguro que la Navidad genera reencuentros. Y el año nuevo también. Así lo afirmé en aquél entonces. Dije que la Navidad, además de todo, es reencuentro. Es una experiencia de vida. Experiencia que nos deja pensando, reflexionando.


Y creo que la Navidad -y el Año Nuevo- promueve, además de las compras de fin de año y reencuentros, un espíritu de introspección y retrospección importante. Espíritu que, sin lugar a dudas, saca a flor de piel las ganas de agradecer.


Y vaya que esta experiencia –de estar en vísperas de Navidad- también me ha hecho reflexionar hoy. Pensar mucho. Es momento de hacer las cuentas, pasar raya y ver qué tan bueno fue este año.


Alguien dijo una vez: “siendo niños éramos agradecidos con los que nos llenaban los calcetines por Navidad. ¿Por qué no agradecíamos a Dios que llenara nuestros calcetines con nuestros pies?”.


¡Cuánta razón tiene! Por eso, y sea como sea, hoy le doy gracias a Dios, gracias a la vida por estar vivo. Gracias por tenerlos a ustedes. Gracias por poder soñar y cumplir algunos sueños. Por poder querer hablar y hablar. Por haber logrado alguna meta, y por no haber logrado otras. Y por marcarme alguna nueva. Por haber conocido pila de gente. Por ser feliz, a pesar de todo…


Amigos, esta es una muy buena oportunidad para agradecer.


El 2010 fue un año raro. ¡Demasiado raro! Pasaron muchas cosas. Lindas y feas. Algunas horribles. Este año fue un poco cambalache… como dice Ivan Noble, en el cubilete cabe de todo…


Pero gracias a Dios, en el cubilete de mi vida están ustedes. Y eso debo agradecerlo. Porque –creo y sin creo- soy lo que soy, por ustedes. Y –de cierto modo- cuando hoy paso raya, puedo decir que el año fue muy bueno gracias a ustedes. Porque estaban ahí. Acompañando. Enseñando. Alentando. Aconsejando. Abrazando. Llorando. Riendo. Hablando.


Gracias por bancarme. Por aguantarme. Por no matarme, a pesar de que a veces sé que tienen ganas de hacerlo. Gracias por aceptarme tal cual soy. Y por perdonarme cosas que a veces yo no llego a perdonar.


El 2010 fue un año de despedidas. Y de bienvenidas. De llantos. Y alegrías. De peleas. Y reconciliaciones (algunas que no se han dado, pero sé que se van a dar). Fue un año para alegrarse, pero para entristecerse. Un año lleno de aciertos. Y de desaciertos.


Me llego a plantear, incluso, si tal vez –y solo tal vez- lo raro que pasó este año es que las distintas cosas que sucedieron las viví de forma diferente. Diferente porque… porque… ¿Será que la vida me agarró más grande, más viejo y ya no pienso como cuando era joven? ¿Será que cada vez estoy más cerca de la tercera edad que de la primera? Quién sabe…


Simplemente sé que estoy más maduro. Aunque no lo parezca.


Oscar Wilde, con su clásica ironía, dijo una vez que “para la mayoría de nosotros la verdadera vida es la vida que no llevamos.” Sin embargo, en mi caso, gracias a Dios, a ustedes y a quién sabe, mi verdadera vida es la que llevo.


Hoy a las 12 levantaré una copa por todos ustedes. Por hacer que esta, mi vida, la verdadera, sea la que llevo hoy y me hace feliz.


Amigos, sean agradecidos. Siempre agradecidos. Disfruten de agradecer. Es una buena experiencia. Y, como siempre les digo, no dejen de soñar porque solamente a quienes sueñan se le cumplen los sueños.


Solo quien sueña comete locuras. Y son los locos quienes abren los caminos que más tarde recorren los sabios.


¡¡¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS!!! ¡¡¡Y UN 2011 IMPRESIONANTE!!!